viernes, 28 de diciembre de 2012

THE APARTMENT



La luz se enfría entre los huecos de los ladrillos consumidos por el tiempo.

En el horizonte las nubes bajas abren un camino estrecho para mí, para ver…
¿Para ver qué?

Al trasluz distingo una figura misteriosa con un traje amarillo. La cadena de su bicicleta marca el ritmo, aunque chirriado, del tiempo que tardará en llegar a la plaza. Juega con su rueda en el suelo ajedrezado a pisar negro o blanco, mientras esquiva las piedras que dejé colocadas en mi último juego de damas.

Me entretiene mirar por este hueco. Queda poco para el cambio de año, tres días, creo. Desde que cambiaron el calendario cuesta calcular el paso del tiempo.

Tengo escondido un reproductor de cine. Si no lo han encontrado, intentare ver las pocas imágenes que quedan de una película donde los protagonistas brindan y muestran su felicidad en el cambio de año, aunque como el protagonista, yo seguiré sin conseguir mis intenciones, hasta la noche del año nuevo.

Desde que prohibieron las festividades no he vuelto a escuchar largas conversaciones, ni risas, ni vítores, tan solo me escucho a mí todo el rato en estas grabaciones que te envío, en las que solo hablo yo.

Tendré mucho cuidado esta noche. Entreveo muchas pisadas cruzando el paso de peatones, todas en distintas direcciones. Sospecho que esto me pone en peligro, aunque no creo que pueda ser descubierta puesto que coloque los chorros de agua inacabable de las gárgolas sobre la pared delantera.

Pumpkin Seeds

1 comentario:

  1. Sublime como siempre, Olga. Has vuelto a encontrar esas palabras que hacen que me identifique con la historia, imaginando mis propios personajes en ese mundo tan extraño y lejano, y tan familiar al mismo tiempo.
    Yo aún estoy buscando mis gárgolas.

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